Los múltiples colores de Andrómeda
La flota de telescopios espaciales de la ESA nos permite observar la Galaxia de Andrómeda, también conocida como M31, en diferentes longitudes de onda. La mayor parte de estas bandas de frecuencia son invisibles para el ojo humano, pero cada una de ellas desvela diferentes aspectos de la naturaleza de esta cercana galaxia.
La luz visible, la única detectable por nuestros ojos y por los telescopios ópticos en tierra, permite observar las estrellas que forman parte de la Galaxia de Andrómeda, pero constituye tan sólo una pequeña fracción del espectro de radiación electromagnética que nos llega desde la galaxia. El resto de frecuencias son invisibles para el ojo humano, pero no para los telescopios de la ESA.
Empezando por las bandas de mayor longitud de onda, el satélite Planck es capaz de capturar la radiación en microondas emitida por la Galaxia de Andrómeda, lo que permite detectar partículas de polvo a temperaturas extremadamente bajas, de tan sólo unas decenas de grados sobre el cero absoluto. Cuando las partículas están a mayor temperatura, se pueden detectar en la banda del infrarrojo gracias al telescopio espacial Herschel. Este satélite desvela cúmulos de polvo en los brazos espirales de la galaxia en los que se están formando nuevas estrellas.
El telescopio espacial XMM-Newton es capaz de detectar la radiación cuya longitud de onda es más corta que la de la luz visible, entre la que se encuentran los rayos-X y la luz ultravioleta. En estas bandas podemos observar las estrellas más viejas, muchas de las cuales están llegando al final de sus vidas, o incluso aquellas que ya han explotado, generando una onda de choque que surca el cosmos. XMM-Newton ha estado estudiando el núcleo de Andrómeda desde el año 2002, descubriendo un gran número de estrellas variables, algunas de las cuales han dado lugar a grandes explosiones estelares conocidas como ‘novas’.
La radiación ultravioleta revela la ubicación de las estrellas súper masivas, estrellas jóvenes que consumen rápidamente todo su combustible, explotando en supernovas a las pocas decenas de millones de años de su formación. Típicamente la nube de polvo interestelar absorbe la radiación ultravioleta, y la vuelve a emitir en la banda del infrarrojo, por lo que las regiones en las que se puede detectar directamente indican grandes claros, regiones despejadas en el núcleo de Andrómeda.
Al unir los resultados de todas estas observaciones, y al poder estudiar la Galaxia de Andrómeda en las diferentes longitudes de onda, los astrónomos son capaces de seguir de principio a fin el ciclo de vida de las estrellas.