Rosetta desenmascara a un falso cometa
Un atropello cósmico en el que el conductor se da a la fuga, dos asteroides en el lugar y en el momento equivocado; las únicas pistas: un gran rastro de escombros y una identidad falsa. Afortunadamente, la sonda Rosetta de la ESA ha sido capaz de resolver el caso.
Rosetta aprovechó la ventaja de encontrarse lejos de la Tierra para observar el misterioso objeto ‘P/2010 A2’ desde una perspectiva única. A través del objetivo de su cámara OSIRIS, la sonda europea descubrió que este objeto no se trataba de un cometa, como se sospechaba desde un principio, sino del rastro de escombros generados tras la colisión de dos asteroides.
Un telescopio desde la superficie de la Tierra descubrió el P/2010 A2 en Enero de 2010 durante una inspección rutinaria del firmamento. Este objeto se clasificó inmediatamente como un cometa por presentar una larga cola, aunque los astrónomos no estaban del todo convencidos. El P/2010 A2 se encuentra en el cinturón interior de asteroides, describiendo una órbita casi circular, mientras que la mayoría de los cometas se acercan al Sol desde los confines del Sistema Solar recorriendo elipses de proporciones gigantescas.
Por otra parte, el P/2010 A2 no parecía presentar un núcleo que diera origen a su cola, simplemente presentaba una brillante estela.
“Éramos conscientes de que hacía falta observar el P/2010 A2 desde un punto de vista diferente, y Rosetta se encontraba en el lugar idóneo para investigarlo de cerca”, explica Colin Snodgrass del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, en Alemania.
Al comparar las imágenes obtenidas por Rosetta con las de los telescopios en Tierra y con modelos matemáticos, se detectó que la cola no estaba compuesta por un flujo continuo de material eyectado por un hipotético núcleo, como sucede en los cometas, sino que se trataba de un conjunto de partículas que fueron arrojadas al espacio en un momento concreto.
La causa más probable sería la colisión entre dos asteroides, pero, de ser así, ¿cuándo sucedió el accidente?
El Dr. Snodgrass y su equipo se dieron cuenta de que, gracias a la resolución de las imágenes tomadas por Rosetta, podían utilizar la forma y el tamaño de la estela como base para hacer una estimación bastante precisa de cuándo tuvo lugar la colisión.
Su investigación dio como resultado un periodo de diez días, centrado en el pasado día 10 de Febrero de 2009, prácticamente un año antes de su descubrimiento.
“Estamos muy seguros de que sucedió en esas fechas, ya que nos hemos basado en datos de muy alta calidad”, precisa el Dr. Snodgrass.
Un equipo internacional, en el que se encuentra Jessica Agarwal, antigua investigadora asociada a la ESA, fue capaz de distinguir un asteroide de unos 120 m de diámetro al frente del rastro de escombros.
Al introducir los resultados de estas observaciones en el modelo matemático de la colisión, el Dr. Snodgrass y su equipo concluyeron que el otro asteroide probablemente fuese muy pequeño, de tan sólo unos pocos metros de diámetro, por lo que habría quedado completamente destruido tras la colisión.
“Es muy emocionante investigar los restos de una colisión tan reciente”, comenta Rita Schulz, Científica del Proyecto Rosetta para la ESA.
Se estima que este tipo de impactos sólo suceden una vez cada mil millones de años, si nos centramos en un asteroide en concreto. Sin embargo, teniendo en cuenta el gran número de objetos que componen el cinturón de asteroides, podría suceder una colisión como esta cada doce años, aproximadamente.
A medida que avanza la tecnología, somos capaces de detectar objetos más pequeños en el firmamento; el Dr. Snodgrass espera que las nuevas generaciones de telescopios permitan cada año observar colisiones entre asteroides más pequeños.
“El asteroide P/2010 A2 podría ser tan sólo un anticipo de los nuevos descubrimientos que nos esperan”, concluye el Dr. Snodgrass.