Los tripulantes de la ESA de Mars500 en ESAC, Madrid
Nunca sintieron la tentación de salir y abandonar el experimento. A pesar de la monotonía; de la falta de contacto directo con familiares y amigos; de la rutina de ver las mismas caras durante 520 días, los dos tripulantes de la ESA en la misión de viaje simulado a Marte Mars500 nunca se plantearon “dejar a sus compañeros solos”.
“Si retrocediéramos en el tiempo volveríamos a hacerlo”, aseguran los dos tripulantes de la ESA en el viaje simulado de año y medio a Marte. El ítalo-colombiano Diego Urbina y el francés Romain Charles, junto con otros cuatro tripulantes, fueron seleccionados para participar en el viaje simulado a Marte más realista de la historia, y esta mañana han hablado de su experiencia en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) de la ESA en Villanueva de la Cañada, en Madrid. Su trabajo, aseguran los expertos, será muy importante para los futuros viajes tripulados a Marte.
En junio de 2010 dos ingenieros europeos –Urbina y Charles-; un ingeniero, un cirujano y un fisiólogo rusos; y un fisiólogo chino se encerraron en un habitáculo de cuatro habitaciones en el Instituto de Problemas Médicos y Biológicos, dependiente de la Academia de Ciencias de Rusia, en Moscú. Participarían en el experimento de aislamiento humano controlado más largo jamás llevado a cabo. Durante año y medio simularon con todo el detalle posible un viaje a Marte, incluyendo incluso los paseos extravehiculares sobre la superficie marciana y el viaje de vuelta a la Tierra. Mientras tanto, el centro de control de Mars500 recopilaba los datos de más de un centenar de experimentos psicológicos, fisiológicos y operacionales. Por fin, tras el "aterrizaje en la Tierra", la escotilla se abrió el pasado 4 de noviembre.
“La salida fue el día más intenso de mi vida”, ha dicho Urbina. “Redescubres las cosas simples de la vida, las ves bajo otra óptica: un árbol, un bebé, la naturaleza… Con estas sensaciones sientes que se pagan todas las dificultades de la misión”.
Urbina y Charles fueron seleccionados entre más de 6000 candidatos. Tras su experiencia en Mars500, ¿Qué cualidades consideran esenciales en los futuros viajeros a Marte? “Deben ser personas calmadas, pero capaces de reaccionar rápidamente si es necesario”, responde Urbina. “También deben saber estar solas, consigo mismas, y a la vez ser buenos en las interacciones sociales”.
La convivencia fue efectivamente un factor clave a lo largo de todo el experimento. Y un ingrediente esencial para que discurriera apaciblemente, dijo Urbina, resultó ser la tolerancia: “Cualquier pequeño conflicto puede volverse importante cuando es lo único que tienes para pensar en todo el día; hay que ser tolerantes, no hacer grandes los detalles’. Sin embargo, y a pesar de que los conflictos “surgen de forma natural” -admitió-, lo cierto es que no hubo roces importantes.
Elena Feichtinger -Jefe de proyecto Mars500 de la ESA y el enlace de Urbina y Charles con el mundo exterior durante todo el experimento, ha sido la responsable de contactar con ellos durante las dos ‘ventanas’ diarias preestablecidas –a las 11.00 y a las 17.00 horas. También reenviaba sus correos personales a familiares y amigos, respetando siempre los 20 minutos de retraso –el tiempo que hubieran tardado los mensajes en recorrer la distancia entre la Tierra y Marte en una misión real-. Y ha sido precisamente la comunicación con el exterior –o su falta de ella-, el aspecto más importante en lo relativo al estado de ánimo de los tripulantes. Es, de hecho, lo primero que menciona Urbina cuando se le pregunta qué cambiaría en el diseño del experimento Mars500: “Hubiera estado muy bien poder comunicar con nuestras familias más a menudo durante el día”.
Charles subraya, además, la comida: el menú de todos y cada uno de los tripulantes estaba previsto de antemano, "...y teníamos que comérnoslo", dijo Charles; y resaltó el ‘teníamos’. La comida era buena, pero “no hubiera estado mal incluir menús especiales, platos italianos, franceses, chinos… para las ocasiones". Tal vez por esa monotonía alimentaria “el primer tomate fresco que recogimos en nuestro invernadero nos supo delicioso”, relata Charles.
No faltaron tampoco los retos prácticos, tan tangibles como los pesadísimos trajes de astronauta que debían vestir durante los paseos por la superficie de Marte: “Nos costaba mucho movernos, ni siquiera podíamos comunicarnos con gestos con el centro de control”, relata Urbina. A él le tocó simular una caída sobre el suelo de Marte: “Y dolía: era como estar dentro de una nevera que se cae al suelo”.
Urbina y Charles hablaron también del contraste entre realidad y simulación: ¿creían realmente estar yendo a Marte? “Realmente no”, dice Charles. “Es difícil creerlo cuando hay gravedad, sabes que no estás en el espacio”. Sin embargo la sensación de distancia y aislamiento sí ha sido muy real.
Feichtinger, los ha llamado “héroes”. “Es difícil imaginar lo duro que ha sido para ellos”, explicó en ESAC.