El satélite de los vientos sobrevive al vacío
El satélite Aeolus de la ESA no ha sido nada fácil de construir. Uno de los principales escollos era conseguir que sus láseres funcionaran en vacío, pero las últimas pruebas realizadas muestran que ni el vacío ni las temperaturas del espacio impedirán que Aeolus mida los vientos terrestres.
Aeolus aloja uno de los instrumentos más sofisticados nunca puestos en órbita: la sonda Aladin, que cuenta con un gran telescopio, dos potentes láseres y receptores ultrasensibles.
El satélite dispara pulsos de luz ultravioleta hacia la atmósfera y mide las señales retrodispersadas de moléculas y aerosoles para obtener un perfil de los vientos del mundo.
“Será la primera vez que podamos medir directamente perfiles del campo de viento desde el espacio en ausencia de nubes. Superar tantas dificultades técnicas y programáticas ha sido todo un reto, tanto para los ingenieros de la ESA y el sector aeroespacial como para los Estados miembros”.
“Quiero dar las gracias a todos por haber formado parte del proyecto y por haber confiado en que la ESA finalmente lograría hacerlo realidad. Ahora estamos a punto de recoger los frutos de un largo esfuerzo”, reconoce Josef Aschbacher, director de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA.
Los cortes verticales con los que atravesará la atmósfera, en combinación con información sobre aerosoles y nubes, nos permitirán conocer mejor las dinámicas atmosféricas y contribuirán a la investigación del clima.
Como las mediciones de Aeolus estarán disponibles en tiempo casi real, el satélite también ofrecerá información muy útil para mejorar los pronósticos meteorológicos diarios.
La novedosa tecnología que alberga el satélite llevaba años desarrollándose, pero en 2016, cuando se resolvieron ciertos problemas con el componente láser y la óptica del instrumento, que deben resistir la exposición a pulsos láser de alta intensidad, el instrumento quedó listo.
A continuación, en Reino Unido, se añadió la sonda Aladin al satélite y el conjunto se trasladó a Francia, donde se simularon las dificultades del despegue.
La última ronda de pruebas se llevó a cabo en el Centro Espacial de Lieja (Bélgica), donde el satélite permaneció casi dos meses en una cámara de vacío térmico.
Una vez que el satélite estaba dentro, se extrajo todo el aire de la cámara y se enfrió con nitrógeno líquido para simular el entorno espacial. Una vez hecho esto, Aeolus comenzó a funcionar.
Como explica Anders Elfving, responsable del proyecto Aeolus de la ESA: “La prueba fue excepcionalmente compleja, no solo porque el satélite apenas cabía dentro de la cámara; además, teníamos que asegurarnos de que todo el instrumento funcionara a la perfección”.
“Fueron unos tests muy técnicos y delicados, que incluían encender los láseres de Aladin a la máxima potencia”.
“El satélite en su conjunto pasó las pruebas con excelentes resultados y nos complace especialmente que los dos transmisores láser funcionaran tan bien”.
Una vez superado este hito, Aeolus ha regresado a Francia, donde se someterá a las pruebas finales antes de atravesar el Atlántico camino al Puerto Espacial Europeo de la Guayana Francesa, donde será lanzado el próximo otoño a bordo de un cohete Vega.
La sonda Aladin ha sido construida por Airbus SAS en Toulouse (Francia); el satélite, por Airbus Ltd en Stevenage (Reino Unido), y los transmisores láser, por Leonardo SpA en Florencia y Pomezia (Italia).