La Tierra, con otra mirada
En los años sesenta, las fotografías de la Tierra tomadas por los primeros astronautas cautivaron la imaginación de todo el mundo. Estas imágenes no solo se convirtieron en iconos de la exploración espacial, sino también en símbolo de la fragilidad de nuestro planeta. Pero los astronautas no eran los únicos con la mirada puesta en la Tierra.
Los satélites, sobrevolando a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas, capturan continuamente imágenes de nuestro planeta y proporcionan gran cantidad de datos sobre nuestro entorno. De hecho, las imágenes por satélite de la Tierra son anteriores a las fotografías realizadas por astronautas.
“Tomamos muchas fotografías para compartir nuestra experiencia en el espacio con el público en la Tierra y observamos nuestros planeta desde un ángulo único, pero nuestro objetivo principal es llevar a cabo experimentos y mantener la estación en funcionamiento”, señala el astronauta de la ESA Paolo Nespoli, que actualmente se encuentra en su tercera misión a bordo de la Estación Espacial Internacional.
“Aunque estas fotografías tienen cierto valor científico, su propósito es más bien informativo y didáctico. Los satélites cuentan con más instrumentos y con mayor capacidad que los que tenemos en la Estación Espacial, por lo que pueden realizar observaciones constantes y repetidas, ofreciendo datos científicos históricos muy precisos”.
Las imágenes por satélite muestran el mundo a través de un encuadre lo bastante amplio como para poder observar fenómenos de gran escala. Además, el paso repetido y frecuente de los satélites permite monitorizar los cambios que se producen en nuestro planeta.
Cada satélite incorpora sensores distintos, ofreciendo así diversos tipos de datos. Estos datos se convierten en información para una gran variedad de aplicaciones, como vigilar la contaminación aérea, cartografiar la deforestación, medir el aumento del nivel del mar, cuantificar el deshielo de los glaciares o medir la temperatura de la Tierra.
Aunque la cobertura óptica suele presentarse en forma de imágenes, en realidad se trata de datos digitales. Estos datos brutos se pueden procesar por software de muy distintas formas para extraer información específica.
Durante un desastre natural, como un huracán, las fotografías tomadas por los astronautas por encima del ojo de la tormenta constituyen herramientas de comunicación importantes para evaluar su magnitud. Además, añaden un aspecto humano a la detección remota y pueden ofrecer un mensaje personal de esperanza a las personas afectadas sobre el terreno.
Mientras tanto, una multitud de satélites meteorológicos trabajan para ayudar a los expertos a comprender mejor la tormenta y seguir su recorrido para que las autoridades locales puedan decidir si es necesaria la evacuación. Otros satélites ofrecen información importante para los esfuerzos de ayuda en caso de catástrofes, como mapas de inundaciones.
Hoy, disponemos de miles de fotografías de la Tierra tomadas por astronautas y compartidas a través de las redes sociales.
Aunque ser fotógrafo no es necesario para ser astronauta, esta disciplina forma parte de su formación. Cuando están en la Estación Espacial, dedican parte de su tiempo libre a tomar fotografías desde la Cúpula: un observatorio con una vista única de la Tierra y los cuerpos celestes.
“Disfruto haciendo fotos, pero también es fascinante ver el equilibrio ecológico del planeta, cómo podemos usar los recursos en la Tierra y el impacto que tenemos los humanos”, añade Paolo.
Aunque las imágenes por satélite son científicamente valiosas y resultan inspiradoras, el encanto de ver a los astronautas flotando en la ingravidez en medio de las duras condiciones del espacio sigue llamándonos la atención. Desde sus lejanas atalayas, tanto astronautas como satélites pueden hacernos ver la vulnerabilidad de nuestro planeta y subrayar la importancia que tiene cuidar de ese pequeño punto azul flotando en el espacio infinito.