Música para el espacio
Es bien sabido que la música influye en el humor. Una melodía puede levantarnos el ánimo o humedecer nuestros ojos, puede hacer que nos concentremos, nos relajemos y hasta que corramos más rápido. Ahora, un estudio está investigando cómo el poder de la música puede mejorar el rendimiento humano en uno de los entornos más extraños y estresantes conocidos: el espacio.
La música puede contribuir a liberar un cóctel de hormonas que tienen efecto positivo sobre nosotros: oxitocina, endorfina, serotonina y dopamina. Más allá del placer que sentimos oyéndola, la música puede prolongar la eficiencia y reducir la ansiedad.
El estrés en el espacio puede llegar a interrumpir el sueño y a afectar la percepción del tiempo y la orientación espacial.
“Me pareció que el espacio era el campo de pruebas ideal para utilizar música antiestrés”, explica el profesor de violín Luis Luque Álvarez, cuyo proyecto Music for Space pone la investigación físico-fisiológica de la música al servicio de la exploración espacial.
Cuando era niño, Luis tenía dos sueños: tocar el violín en una orquesta y viajar al espacio.
En la treintena, mientras demostraba su talento como violinista en Hungría, descubrió vídeos de astronautas que tocaban instrumentos en el espacio.
Empezó a investigar y vio que la música forma parte de la vida diaria de los astronautas en el espacio, desde el lanzamiento, cuando el control de la misión pone música a las tripulaciones durante la cuenta atrás, hasta la órbita, donde cada astronauta tiene su propia lista de reproducción, que oye cuando no está de guardia.
¿Podría él seleccionar científicamente la mejor música para reducir el estrés de los miembros de la tripulación?
Así llegamos al experimento Music for Space, que tuvo lugar el año pasado en la centrifugadora humana de brazo corto del DLR como parte de la primera iniciativa Spin Your Thesis! – Human Edition.
Diez voluntarios se subieron a la centrifugadora y se les giró hasta sentir 1,5 veces el peso de sus cuerpos. La mitad de ellos escucharon la Novena Sinfonía de Beethoven y la banda sonora de Planet Earth II, de Hans Zimmer, Jasha Klebe y Jacob Shea; la otra mitad giró sin música.
“Exponer repetidamente a hipergravedad a las personas puede ayudarnos a dar con medidas para contrarrestar la merma en el bienestar a lo largo de las misiones de exploración espacial”, señala David Green, coordinador de educación del Centro Europeo de Astronautas de Colonia (Alemania).
Soportar la hipergravedad no es fácil. Los cambios en el sistema vestibular pueden provocar desorientación y mareos. Los sujetos de estudio pueden sentir tensión, ansiedad o incluso miedo.
El equipo formado por universidades húngaras y francesas evaluó los niveles de estrés de los sujetos observando su tono muscular con un dispositivo denominado Myoton, midiendo los niveles de hormonas del estrés y registrando sus sensaciones.
Las piezas musicales se escogieron teniendo en cuenta tanto los cambios en la velocidad de la centrifugadora como las preferencias de los oyentes.
El estudio ha demostrado que la música tiene un impacto positivo, aunque se necesitarían más ensayos para obtener resultados estadísticamente significativos. Los participantes tendieron a preferir música lenta y en una tonalidad constante para que la aceleración les resultase más llevadera.
Jasha Klebe, uno de los compositores de la banda sonora de Planet Earth II, comenta: “Es alucinante ver que nuestra música ha sido capaz de sobrevivir a la propia serie. Tengo un enorme respeto por todos los que participan en la exploración espacial y apenas puedo imaginar la presión que tienen que soportar los astronautas”.
“Es un enorme honor que la ESA emplee nuestra música en sus experimentos. Al componer la música de Planet Earth II quisimos evocar la maravilla, la curiosidad y la importancia de preservar el mundo natural, así que resulta inspirador saber que nuestra música se ha incluido en un programa dedicado a explorar mundos más allá del nuestro”.
Llamando a la Tierra
Luis cree en la musicoterapia más allá de la Tierra, y lo explica así: “Mi sueño sería interpretar piezas musicales adaptadas a la tripulación de misiones en el espacio profundo. El control de la misión escogería la lista de temas según las necesidades de la misión y los astronautas también podrían elegir según su humor o sus objetivos”.
En estos momentos, en la Estación Espacial Internacional hay dos guitarras, un teclado y un saxofón, pero otros instrumentos también podrían formar parte de futuros viajes. Los científicos han hallado que tocar un instrumento puede tener beneficios inmediatos para distintas funciones cerebrales, mejorar la memoria y las habilidades lectoras, además de acortar los tiempos de reacción.
De vuelta en la Tierra, el proyecto Music for Space pretende poner la biblioteca de música espacial al servicio de comunidades desfavorecidas. “La música no es solo diversión. Es un regalo muy especial a la humanidad, que debe utilizarse con diligencia y cuidado”, concluye Luis.