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Shanghai, China - Continuado 
El Gobierno local de la megalópolis china de Shanghai favorece el fuerte crecimiento económico, aunque con una actitud activa frente a los problemas medioambientales. Al menos la décima parte de la ciudad estará ocupada por zonas verdes y se eliminarán los elementos más contaminantes. Texto de Lars From y Klaus Dohm Fotografía de Niels Hougaard Shanghai, China Copyright 2004, Morgenavisen Jyllands-Posten
Shanghai “El desarrollo que ha permitido a Shanghai un crecimiento económico del 11,8% el año pasado debe continuar, pero con mayor atención al medio ambiente”. Jiao Yang, portavoz del Gobierno de Shanghai, concede una gran importancia al medio ambiente cuando recibe a JP Explorer en el edificio de Gobierno, situado en el corazón de una ciudad que alberga a unos 20 millones de personas. “No admitiremos proyectos de desarrollo económico a costa del entorno. Si un proyecto parece razonable en diversos aspectos, pero contaminaría el aire y emitiría grandes cantidades de gases de efecto invernadero, lo rechazaremos. En el futuro, el desarrollo de Shanghai estará mucho más centrado en la calidad de vida de la gente y en la naturaleza”, subraya Jiao Yang. Suena como una declaración políticamente correcta en un país que ha sido gobernado por los comunistas con mano de hierro durante los últimos 50 años. Sin embargo, los tiempos han cambiado en Shanghai.
Es casi simbólico que la amable, gran profesional y bien preparada portavoz sostenga en la mano un calendario rojo con el logotipo de Coca-Cola mientras explica el desarrollo futuro de una de las ciudades más grandes del mundo. Su exposición parece más impregnada de ideología burguesa sobre el liberalismo y las grandes oportunidades para la industria que la que podría articular el Gobierno derechista de Dinamarca.
La contaminación causada por el tráfico Sin embargo, puede sonar un poco a discurso vacío cuando Jiao Yang habla del desarrollo sostenible en una ciudad que a veces resulta irrespirable por culpa de la contaminación del tráfico. No obstante, hace gala de buenas intenciones cuando se refiere al tráfico. “Tal vez parezca que el tráfico es un poco caótico, pero también lograremos controlar ese problema, aunque es posible que tardemos una década”, afirma. Por otra parte, el mensaje de que intentan crear una ciudad ecológica puede verse en todo lugar. Incluso en la vía que cruza la ciudad, a lo largo de la cual se han plantado árboles, arbustos y plantas florales. Y cuando las topadoras recorren la ciudad y derriban edificios, abriendo espacio para una fila de nuevos rascacielos, pero también para nuevas y grandes plazas y zonas verdes. El objetivo es que el 10% de Shanghai esté constituido por zonas verdes. Lamentablemente, Jiao Yang no puede ofrecernos cifras exactas sobre el aumento de la emisión de gases CO2 de efecto invernadero en Shanghai en los últimos años. Tal vez se deba a que los números serían enormes. La mayoría de las viviendas y edificios de Shanghai ya cuentan con aire acondicionado y la cantidad de automóviles se ha disparado. Por otro lado, la portavoz del Gobierno local comenta que el medio ambiente estuvo presente en las decisiones cuando el suministro eléctrico estuvo al borde del colapso el pasado verano, debido a una ola de calor. “Cuando tuvimos problemas con la generación de energía suficiente, decidimos cerrar primero las fábricas con las mayores emisiones de azufre y de otros gases nocivos”. Jiao Yang admite, sin embargo, que la contaminación ha sido un problema en la época de crecimiento extraordinario y que, a veces, aún lo sigue siendo. Muchos días la calidad del aire no es conforme con las aspiraciones del Gobierno, lo que explicaría la presencia de una bruma oscura que deja su huella en la ciudad. Esto ha llevado al Gobierno a implantar un control estricto de la calidad del aire. “Al mismo tiempo, hemos tomado muchas iniciativas para mejorar el estado de nuestros ríos. Por ejemplo, hemos empleado 10 años y mucho dinero en la limpieza del río Suchou, que había quedado totalmente arruinado por la contaminación. Hoy uno puede pescar en él y las casas de la ribera se han situado entre las más costosas de la ciudad”, explica Jiao Yang. El 3% del presupuesto de Shanghai se destina a la conservación del medio ambiente.
Predomina la perspectiva del crecimiento. La portavoz afirma con orgullo que la megalópolis ha tenido un ritmo de crecimiento superior al 10% en los últimos 12 años. A lo largo de ese periodo, más de 30.000 compañías extranjeras han invertido en Shanghai. Sólo en el último año, la suma asciende a más de 40.000 millones de euros. Además, ya casi todas las familias tienen acceso a Internet.
En realidad, la receta para el crecimiento y el éxito en Shanghai es muy parecida a la de países como Dinamarca. Shanghai dedica atención especial a la educación. La ciudad ya cuenta con 50 universidades y el sistema educativo tiene como meta ofrecer educación a todos sus habitantes. Al mismo tiempo, Shanghai se centra mucho más en el sector de servicios en perjuicio de una producción industrial más contaminante. Las autoridades desean reducir el estricto control central y dar mayor apertura al sistema. ”Intentamos reducir nuestro poder y ceder mayor autonomía a las autoridades privadas y de otro tipo. Nuestra intención es proporcionar asesoramiento y supervisar el desarrollo. Al mismo tiempo, hemos eliminado más de 1.000 normas y trámites burocráticos en el último año”, explica Jiao Yang. En Shanghai hemos seguido el modelo occidental y hemos creado la figura del portavoz del Gobierno, para garantizar mayor transparencia ante el público en las cuestiones gubernamentales. ”Además, permitiremos el acceso público a las páginas web del Gobierno. El mes próximo, los primeros 15 ministerios abrirán el acceso de sus páginas web para facilitar información a los ciudadanos”, añade la portavoz. Shanghai es una de las ciudades chinas de mayor crecimiento. Ahora, según han decidido las autoridades de Pekín, es necesario trasladar ese crecimiento al resto de su gigantesco país. Por lo tanto, Shanghai se ha comprometido a ayudar a varias regiones pobres de China a conseguir el mismo desarrollo. Shanghai tiene ahora la responsabilidad de ayudar al Tibet, Sichuan, Yunnan y Xinjiang.
“Para ese fin, hemos creado un departamento especial que se encargará de distribuir bienes y fondos económicos. Ese departamento contribuirá a la edificación de colegios y hospitales, y nos encargaremos de educar a la gente o de enviarles profesores. También estamos enviando personal de nuestras compañías a esas zonas, con el objetivo de que compartan nuestras ventajas tecnológicas con sus ciudadanos”, concluye Jiao Yang.
Last update: 3 julio 2013
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