El ojo atento de la ESA
A 2.400 m por encima del nivel del mar, en la isla volcánica de Tenerife (España), la Estación Óptica Terrestre (OGS) de la ESA vigila los cielos.
Su telescopio, de 1 m de diámetro y alojado en el interior de la cúpula que vemos a la izquierda en la imagen, rastrea el entorno local de nuestro planeta en busca de desechos espaciales de origen artificial, prueba distintas estrategias para observar asteroides peligrosos (objetos cercanos a la Tierra) y ensaya y pone en marcha satélites de comunicación óptica (el telescopio también se emplea para experimentos de distribución cuántica de claves y enlace de conexión).
La estación, que forma parte del Observatorio del Teide, puede detectar desechos espaciales de origen artificial de tan solo 10 cm de diámetro que se desplacen por el “anillo geoestacionario”, un volumen de espacio que comprende todas las órbitas geoestacionarias susceptibles de uso práctico y una de las regiones más valiosas del espacio para las telecomunicaciones y la observación de la Tierra.
La búsqueda de fragmentos en el anillo geoestacionario y una mejor comprensión de la población actual de desechos espaciales son cruciales para comprender su evolución futura, para evaluar el riesgo de colisiones y para definir medidas de mitigación adecuadas y rentables.
Las actividades de seguridad espacial de la ESA se sustentan en datos precisos, procedentes de observatorios de todo el planeta, no solo acerca de basura espacial y asteroides, sino también del Sol y su energía.
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